En la teología cristiana, la gracia de Dios es un favor o don gratuito que Dios concede para ayudar al hombre a cumplir los mandamientos, salvarse o ser santo. También se entiende como el acto de amor unilateral e inmerecido por el que Dios llama continuamente las almas hacia sí.
La gracia de Dios es la ayuda y la fortaleza que recibimos a través de la expiación del Señor Jesucristo. Mediante Su gracia, el Señor también hace posible que aquellos que vivan Su Evangelio se arrepientan y sean perdonados.
La gracia de Dios no sólo nos capacita para enfrentar la escasez, sino que también transforma nuestra perspectiva. A través de su gracia aprendemos a ser agradecidos por las bendiciones que tenemos y a valorar las cosas más importantes de la vida, como el amor, la familia y la fe.
La gracia comenzó en el jardín del Edén cuando Dios mató un animal para cubrir el pecado de Adán y Eva (Génesis 3:21).
La palabra traducida como «gracia» en el Nuevo Testamento proviene de la palabra griega charis, que significa «favor, bendición o bondad».