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Dios es nuestra amparo y fortaleza
Amén a eso. Es reconfortante saber que, sin importar lo que enfrentemos, podemos encontrar refugio y fuerza en nuestra fe. Es como tener un ancla en medio de la tormenta.
Dios es nuestro refugio y fortaleza, siempre presente en momentos de dificultad. Esta convicción nos da la certeza de que no estamos solos y que, sin importar las circunstancias, siempre tenemos a quien recurrir para encontrar consuelo y fuerza. Que sientas esa fortaleza en todo lo que hagas.