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En 1 Corintios 13:4-8 (Reina-Valera 1960), encontramos una hermosa descripción del amor:
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser.”
Este pasaje nos enseña que el amor verdadero va más allá de los sentimientos superficiales. Es un amor que se manifiesta en acciones concretas: paciencia, bondad, humildad, perdón y perseverancia. Es un amor que no se agota ni se desvanece, sino que permanece constante.