Según la Biblia, Dios es inmutable, lo que significa que no cambia en absoluto, ni para bien ni para mal. Sin embargo, cuando Dios cambia nuestros planes, no solo busca cambiar el destino o resultado, sino que busca cambiarnos a nosotros, es decir, nuestra voluntad.
Cuando le entregamos el control de nuestra vida a Dios, todo cambia. Dios quiere acercarnos a Él y santificarnos para ser como Cristo.
El amor de Dios transforma a las personas que están llenas de odio, obstinadas, o racistas; en personas amables, gentiles y que saben amar.