Vivir con Dios significa vivir como Él, amando y sirviendo siempre a los demás. Vivir a la manera de Dios ayuda a alcanzar aquello que Dios conoce y sabe que es mejor para su creación.
Vivir sin Dios significa tener una vida física. Dios advirtió a Adán y Eva que el día que lo rechazaran, “ciertamente” morirían. Ellos desobedecieron, pero no murieron físicamente ese día; sino que murieron espiritualmente.
Jesús promete que Él mantendrá esta vida espiritual en nosotros: » Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano » (Juan 10:28). La muerte espiritual puede superarse por medio de la expiación de Jesucristo y la obediencia a Su evangelio.